

La mayoría de los proyectos o iniciativas, fracasan por una razón simple pero demoledora: Nos lanzamos a ejecutar sin entender bien el verdadero propósito y, cuando el resultado no llega, nos preguntamos qué ha salido mal.
Este ciclo de frustración y esfuerzo desperdiciado es una experiencia que muchos profesionales conocen demasiado bien. Nosotros mismos lo hemos experimentado cuando hemos cometido el error de hacer por hacer.
Como líderes y profesionales, vivimos anclados en dos preguntas: el qué y el cómo.
El qué: Es la tarea, el entregable, la lista de acciones. La hoja de ruta de lo que hay que hacer. Es la comodidad de un objetivo predefinido.
El cómo: Es la metodología, el proceso, la tecnología. La forma en que vamos a ejecutar el plan. Es lo que nos hace sentir que el control está en nuestras manos.
Dominamos el 'qué' y el 'cómo'. Invertimos en herramientas, metodologías y tecnología para optimizar cada paso. Creamos diagramas de Gantt, implementamos metodologías ágiles y usamos softwares sofisticados, todo para ser más eficientes.
Pero, en esta inercia de la ejecución, se nos suele olvidar que la velocidad no es una métrica de éxito.
Las preguntas que lo cambian todo: El porqué y El para qué
Detrás de cada tarea y cada proceso, hay dos preguntas que determinan, o por lo menos mejoran, el éxito de cualquier iniciativa. La mayoría de las veces, no nos atrevemos o no tenemos tiempo para hacerlas. Nos resulta más cómodo sumergirnos en la acción que pausar para la reflexión.
El porqué: ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Qué problema real estamos intentando resolver? Es la pregunta que nos lleva a un diagnóstico profundo y honesto. Nos obliga a mirar más allá de la superficie, a entender las causas, los síntomas y las oportunidades.
El para qué: ¿Para qué servirá esto? ¿Qué valor tangible generará en el negocio o en la vida de las personas? Es la pregunta que nos conecta con el propósito y el impacto. Nos ayuda a definir el resultado deseado y a evitar que el proyecto se convierta en un fin en sí mismo.
Cuando no nos hacemos estas preguntas, marcamos objetivos basados en aspiraciones, y no en problemas reales que la organización debe atender. El resultado es un equipo que trabaja duro en el 'qué' y el 'cómo', pero en el vacío. Se esfuerzan en resolver el problema equivocado y, por supuesto, no obtienen los resultados esperados. Es como construir un puente de última tecnología... para cruzar un río que no existe.
Cambiar la inercia
La buena noticia es que cambiar esta inercia no requiere una transformación radical, sino pequeños y conscientes pasos. Aquí te proponemos tres cosas que puedes empezar a hacer hoy mismo:
Haz pausas deliberadas. En lugar de lanzarte directamente a la acción, haz un alto. Puede ser un simple minuto para pensar antes de responder un correo o un día entero de reflexión estratégica. La disciplina de "parar" es la primera habilidad que puedes desarrollar para tomar mejores decisiones.
Cuestiona el 'porqué' y el 'para qué'. Antes de empezar un proyecto o una tarea, haz estas dos preguntas a tu equipo: "¿Por qué estamos haciendo esto?" y "¿Para qué sirve?". Es una acción, a priori, simple, pero que poco a poco irá cambiando la forma en la que empiezas a priorizar.
Busca la diversidad de opiniones. No tomes decisiones en soledad. Cuando busques la respuesta a un problema, asegúrate de tener perspectivas diferentes sobre la mesa. La diversidad de pensamiento no es una opción, es una necesidad para crear soluciones más sólidas y evitar los sesgos que te impiden ver el verdadero problema.
Estos tres principios son la base de un liderazgo consciente, de una estrategia sólida y de un trabajo con sentido. No son acciones aisladas, sino la base de una forma de pensar que puedes entrenar y perfeccionar.
No hablamos desde la teoría. En Sofyra hemos vivido esta realidad y ya estamos ayudando a líderes a cambiar sus hábitos para tomar mejores decisiones.
Lo hacemos con acompañamiento y a través de sesiones formativas con un enfoque mas grupal.
Por ejemplo con sesiones cortas en las que enseñamos a los participantes a preguntar mejor, a aplicar la inteligencia colectiva y a incorporar el pensamiento critico en los procesos.
Si te interesa esto, puedes inscribirte a la siguiente sesión en el siguiente botón.