El problema de resolver el problema equivocado

La mayoría de los proyectos o iniciativas, fracasan por una razón simple pero demoledora: Nos lanzamos a ejecutar sin entender bien el verdadero propósito y, cuando el resultado no llega, nos preguntamos qué ha salido mal.

PENSAMIENTO

9/22/20253 min read

Desde hace ya muchos años, buscar la eficiencia en todo lo que hacemos se ha convertido en un mantra y diría que una obsesión.

En el mundo empresarial de hoy en día, las herramientas tecnológicas nos prometen hacer más, más rápido y también mejor. Pero, ojo, esta afirmación, esconde una trampa mortal: el riesgo altísimo de hacer más, más rápido pero, muchas veces, sin resolver los problemas correctos.

Existe una verdad incómoda: Como líderes y profesionales, vivimos anclados en dos preguntas: el qué y el cómo.

  • El qué: Es la tarea, el entregable, la lista de acciones. La hoja de ruta de lo que hay que hacer. Es la comodidad de un objetivo predefinido.

  • El cómo: Es la metodología, el proceso, la tecnología. La forma en que vamos a ejecutar el plan. Es lo que nos hace sentir que el control está en nuestras manos.

Dominamos el 'qué' y el 'cómo'. Invertimos en herramientas, metodologías y tecnología para optimizar cada paso. Creamos diagramas de Gantt, implementamos metodologías ágiles y usamos softwares sofisticados, todo para ser más eficientes.

Pero, en esta inercia del hacer, hacer y hacer, se nos suele olvidar que la velocidad no es una métrica de éxito.

Las preguntas que lo cambian todo: El porqué y El para qué

Detrás de cada tarea y cada proceso, hay dos preguntas que determinan, o por lo menos mejoran, el éxito de cualquier iniciativa. La mayoría de las veces, no nos atrevemos o no tenemos tiempo para hacerlas. Nos resulta más cómodo sumergirnos en la acción que pausar para la reflexión.

  • El porqué: ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Qué problema real estamos intentando resolver? Es la pregunta que nos lleva a un diagnóstico profundo y honesto. Nos obliga a mirar más allá de la superficie, a entender las causas, los síntomas y las oportunidades.

  • El para qué: ¿Para qué servirá esto? ¿Qué valor tangible generará en el negocio o en la vida de las personas? Es la pregunta que nos conecta con el propósito y el impacto. Nos ayuda a definir el resultado deseado y a evitar que el proyecto se convierta en un fin en sí mismo.

Cuando no nos hacemos estas preguntas, marcamos objetivos basados en aspiraciones, y no en problemas reales que la organización debe atender. El resultado es un equipo que trabaja duro en el 'qué' y el 'cómo', pero en el vacío. Se esfuerzan en resolver el problema equivocado y, por supuesto, no obtienen los resultados esperados. Es como construir un puente de última tecnología... para cruzar un río que no existe.

Cambiar la inercia

La buena noticia es que cambiar esta inercia no requiere una transformación radical, sino pequeños y conscientes pasos. Aquí te proponemos tres cosas que puedes empezar a hacer hoy mismo:

  1. Haz pausas deliberadas. En lugar de lanzarte directamente a la acción, haz una pausa. Puede ser un simple minuto para pensar antes de responder un correo o un día entero de reflexión estratégica. La disciplina de "parar" es la primera habilidad que puedes desarrollar para tomar mejores decisiones. Esto se entrena día a día. No hay recetas sofisticadas.

  2. Cuestiona el 'porqué' y el 'para qué'. Antes de empezar un proyecto o una tarea, haz estas dos preguntas a tu equipo: "¿Por qué estamos haciendo esto?" y "¿Para qué sirve?". Es una acción, a priori, simple, pero que sirve para alinear y para priorizar.

  3. Busca la diversidad de opiniones. No tomes decisiones en soledad. Cuando busques la respuesta a un problema, asegúrate de tener perspectivas diferentes sobre la mesa. La diversidad de pensamiento no es una opción, es una necesidad para crear soluciones más sólidas y evitar los sesgos que te impiden ver el verdadero problema. Este es el punto mas difícil, pues supone luchar cintra nuestro ego.

Estos tres principios son la base de un liderazgo consciente, de una estrategia sólida y de un trabajo con sentido. No son acciones aisladas, sino la base de una forma de pensar que puedes entrenar y perfeccionar.

No hablamos desde la teoría. En Sofyra hemos vivido esta realidad y ya estamos ayudando a líderes a cambiar sus hábitos para tomar mejores decisiones.

Lo hacemos con acompañamiento y a través de sesiones formativas con un enfoque mas grupal.

Por ejemplo con sesiones cortas en las que enseñamos a los participantes a preguntar mejor, a aplicar la inteligencia colectiva y a incorporar el pensamiento critico en los procesos.

Si te interesa esto, puedes inscribirte a la siguiente sesión en el siguiente botón.