Decir una cosa y hacer otra

Vivimos rodeados de discursos y propósitos corporativos, valores personales en redes sociales, manifiestos de transformación y sostenibilidad, publicaciones que proclaman humanidad, empatía, autenticidad.

PENSAMIENTO

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“They don’t practice what they preach. They just preach.” - Kurt Cobain

Hay frases que no necesitan explicación, solo un poco de valor para asumir lo que dicen. Esta, de Kurt Cobain, no solo es real, sino que sigue siendo tremendamente actual.

Vivimos rodeados de discursos y propósitos corporativos, valores personales en redes sociales, manifiestos de transformación y sostenibilidad, publicaciones que proclaman humanidad, empatía, autenticidad. Por supuesto, todo muy bien diseñado.

Pero si uno se detiene a mirar lo que se hace, lo que realmente ocurre en la trinchera del día a día, la historia cambia.

Poner a las personas en el centro, se convierte en procesos de deshumanización antes de ser implantados .

Se nos llena la boca hablando de innovación cuando estamos penalizando el error y la “transparencia” se esfuma cuando las cosas se ponen feas y hay que tomar decisiones difíciles.

La era del discurso

No es que la incoherencia sea nueva, lo que pasa es que ahora, a través de las redes, es más evidente y también más cansina.

Decir lo correcto es relativamente fácil, pero hacer lo correcto, no tanto. Y eso es lo que diferencia a quienes lideran con integridad de quienes solo repiten eslóganes.

Coherencia no es perfección, pero te da dirección

No se trata de hacerlo todo bien ni de tenerlo todo claro. Se trata de tener una brújula interna que, cuando te desvías, te ayuda a volver.

En un mundo donde se celebra más la imagen que tener criterio, donde todo se mide por impacto inmediato, ser coherente se convierte en una forma extraña de resistencia.

Lo difícil de sostener lo que uno cree

Ser coherente es muy incomodo. La mayoría de las veces, implica decir que no, cuando todos esperan un sí. O levantar la mano para hacer una pregunta incómoda. O frenar cuando todo el mundo corre.

Pero también es el arma más poderosa para construir confianza y respeto. Lo que sostiene a las personas y a los equipos en medio del caos.

La coherencia no se negocia

En Sofyra no tenemos todas las respuestas, tampoco lo pretendemos. Tampoco buscamos gustar a todo el mundo, pero sí somos extremadamente exigentes con una cosa: Lo que decimos, lo hacemos y por supuesto lo vivimos.

Si hablamos de pensamiento crítico, empecemos por cuestionarnos nosotros.

Si acompañamos a otros en su cambio, no dejemos de transformarnos nosotros también.

Desde aquí, pensamos que, liderar no es convencer. Es ser ejemplo. Y eso solo se consigue desde la coherencia.

Ser coherente en un mundo incoherente

No podemos cambiar el ruido que nos rodea, pero sí podemos elegir cómo nos posicionamos frente a él.

Y en un mundo lleno de contradicciones, ser coherente no solo es un acto de integridad: es una forma de rebeldía.