Aspiración o problema real

El habitual fracaso de los proyectos no está en la ejecución, sino en el origen. Descubre por qué confundir un objetivo con un problema real puede desviar por completo tu estrategia y cómo un enfoque diferente puede cambiarlo todo.

PENSAMIENTO

8/18/20253 min read

¿Por qué fallan tantos proyectos?

Esta es una pregunta que no tiene fácil respuesta, pero cuando uno ha pasado casi media vida, primero ejecutando y después diseñando y dirigiendo proyectos, se da cuenta de que en la mayoría de las ocasiones el problema no tiene que ver con la ejecución, ni con el talento, ni con las herramientas.

El autoengaño y la obsesión por hacer

Ante el fracaso de un proyecto, una iniciativa o incluso de una estrategia, solemos engañarnos.

  • Defendemos que el esfuerzo realizado, casi siempre titánico, no puede ponerse en duda.

  • Buscamos frases, correos o explicaciones que justifiquen el resultado erróneo.

  • Incluso culpamos a otros de lo que, nosotros mismos, nunca entendimos ni preguntamos.

Pero, ¿por qué fallamos tanto? Y, ¿por qué nos comportamos así?

La respuesta, a muy alto nivel, es que vivimos en un mundo de inmediatez, donde la obsesión por hacer cosas (esto da para otro artículo) nos lleva a confundir la acción con el progreso, y a atacar los síntomas en lugar de las causas raíz.

Nos centramos en el qué y el cómo antes de haber entendido a fondo el por qué y el para qué. Ignoramos la fase de descubrimiento y nos lanzamos a resolver el primer problema que vemos, sin detenernos a preguntarnos si es el correcto.

El verdadero problema: no sabemos detectar los problemas

La evidencia nos dice que, gran parte del fracaso de los equipos viene por la mala definición que llega desde la dirección.

El ejemplo más claro es que se marcan objetivos que están asociados a aspiraciones (empresariales y personales), y no a problemas u oportunidades que nos dicen nuestros usuarios y el mercado.

A partir de aquí se desencadena un proceso que muchas veces acierta, pero otras muchas falla.

Hasta aquí, podríamos decir, con muchos matices, que el problema es que no sabemos diagnosticar.

Por supuesto que hay muchos más: comunicación, compromiso, falta de conocimiento, de proceso o de recursos, pero de esto podemos hablar en otro momento.

Hoy, toca hablar de la detección de problemas y oportunidades.

Lo que el Product Management puede enseñarnos

En nuestra experiencia, la disciplina que mejor trabaja la definición de problemas es el Product Management

Esta disciplina, tiene muy bien definido el ciclo de vida para una iniciativa: no se puede desarrollar nada hasta que no se ha validado que existe un problema.

Los profesionales de esta disciplina llaman a este ciclo Product Discovery.

Aunque esto está pensado para la gestión de productos digitales, es totalmente extrapolable a cualquier modelo que ponga el foco en los problemas.

No es teoría; lo hemos visto y lo hemos implementado en organizaciones que lo han visto claro y han hecho una inversión para cambiar su forma de trabajar.

Una forma de trabajar más colaborativa

Quizás te preguntes: ¿en qué consiste realmente este enfoque? ¿Es fácil de aplicar? ¿Qué hay que cambiar?

Respondemos con total sinceridad y siempre desde nuestra experiencia.

Esto es más sencillo de hacer de lo que parece, pues somos seres humanos capaces de pensar, de priorizar y de llegar a acuerdos desde la diversidad y el consenso.

Si nos vamos a lo básico, podríamos decir que esto consiste en:

  • Personas de distintas disciplinas y con poder de decisión trabajan juntas.

  • Las decisiones se toman con datos, no solo con opiniones.

  • Existe facilitación para avanzar, integrar la información y asegurar la alineación.

Por supuesto que es un poco más extenso que esto, pero como una primera aproximación es válida para que el que lee esto pueda saber si está cerca o lejos de esta propuesta.

El cambio empieza en el liderazgo

Por último, ante la pregunta sobre lo que hay que cambiar para hacer esto, de una forma muy contundente decimos: sin un cambio de mentalidad en el liderazgo, es imposible cambiar una inercia de mucho tiempo haciendo las cosas de una forma determinada.

No es un camino sencillo, pero la buena noticia es que se puede hacer.

Y en esto se centra Sofyra: ayudar a personas y organizaciones a cambiar su forma de trabajar, poniendo el foco en el “para qué”, para que el “qué” y el “cómo” tengan verdadero sentido.